Entrevista a José María Pérez Collados

Este profesor universitario acaba de publicar su primera novela, una novela de campus llamada El tren de cristal que está desde septiembre en las librerías. En ella narra los viajes de un profesor universitario durante la década de los ochenta. Para hablarnos de esta novela y del género Novela de Campus, se desplazó hasta la Universidad Europea de Madrid.

“El ejército y la universidad son las dos únicas instituciones que toleran el alcoholismo crónico”

 

¿Qué es para ti una novela de campus?

El género tiene que ver con una especie de ridiculización de la universidad; que la universidad de alguna manera enseñe sus vergüenzas. En el ámbito anglosajón se usaba a veces por algunos profesores para vengarse de sus compañeros, por eso muchos profesores escribían cuando se iban a jubilar una novela. Hay muchas novelas de campus en el mundo anglosajón que son la novela de cuando se jubila y piensa “ahora os vais a enterar, os voy a decir lo que pienso de vosotros”, cambiando los nombres. Pero lo que yo creo que debe ser la novela de campus en España y en pleno siglo XX1 es otra cosa, una mezcla entre el ensayo y la novela. Algo más profundo, menos hilarante y creo que con más sentido.

Cuéntanos algo sobre El tren de cristal. ¿Qué puede esperar los lectores de este libro?

Yo durante unos años viví la experiencia del profesor universitario que va de una universidad a otra, y que en ese sentido, no tienes casa, no sabes dónde vas a seguir… a mí me hubiera gustado volver, lo que pasa es que no sabía a dónde. Lo que analiza esta novela es la situación de un profesor que no puede volver. Se crea una situación de realismo mágico, pero luego a través de la novela se reflexiona sobre lo que significan los viajes, cómo nos hacen cambiar y cómo nos dificultan el regreso a lo que éramos antes de haberlos comenzado.

¿Cómo fue el proceso de creación?

Te cuento la anécdota. Yo entonces vivía en Santiago de Chile e hice un viaje en tren de Santiago de Chile a Mendoza, que es una ciudad que hay en Argentina al otro lado de la cordillera. Me apetecía hacerlo en autobús por la aventura de pasar los Andes en un autobús, que nieve y que te quedes ahí tirado… Me pasaron muchas cosas muy particulares en Mendoza que no cuento y a la vuelta yo me encontré con un señor, que tenía muy mala pinta, que iba a subir conmigo al autobús. Yo dije “espero que no se me siente al lado”. Una persona, con barba de cinco días, un traje muy arrugado, con sudor en las axilas… y va y se me sienta al lado. Y me contó una historia particularmente alucinante, el viaje de vuelta eran como ocho horas de autobús y en ese tiempo me contó que su problema era que él no podía volver. Su profesión era la de hipnotizador e iba de teatro en teatro sin poder volver porque le habían robado, luego le había salido un trabajo que había tenido que aceptar para tener dinero para volver y luego no le habían pagado… Aquello me pareció en un principio alucinante pero luego pensé “Si es que a mí me pasa lo mismo. ¡Yo que hago viviendo en Chile si yo lo que quisiera es volver a España!” Pero de alguna manera llevaba dando tumbos, no tan exagerados como los de este hombre, porque yo no soy hipnotizador, pero también. Y entonces hay surgió un proceso de lectura, de intentar hacer una reflexión sobre lo que me pasaba y por qué yo no podía volver. La novela no es autobiográfica, en absoluto pero lo que analiza es una pasión, un problema que yo tuve.

Con la crisis ¿crees que es más difícil incluso que antes encontrar un editor que se arriesgue a publicar tu obra? ¿A qué problemas te enfrentaste tú?

Es dificilísimo.  Yo por ejemplo soy catedrático de universidad, tengo unos cuantos libros publicados de ensayo y de poesía y yo las pasé canutas para publicar esta novela. Es dificilísimo. De hecho yo lo pasé mal pensando que habían sido tres años de trabajo y que ningún editor la quería. Es muy difícil pero como todas las cosas que tienen algo de verdad en la vida pues merecen la pena. Hay autores que publican por primera vez su cuarta novela, teniendo la primera, la segunda y la tercera en el cajón y si va bien la cuarta empiezan a sacar las anteriores. Quiero decir que es un camino complicado.

¿Podrías contarnos alguna de estas anécdotas de los entresijos de las universidades que sirven de base para las novelas de campus?

Las anécdotas son impresionantes. Yo por ejemplo recuerdo cuando empecé mi carrera universitaria, yo estaba haciendo a la vez la mili, y me di cuenta de que sólo había dos instituciones en el mundo que toleran el alcoholismo crónico sin que eso tenga ningún tipo de problema laboral. Son el ejército y la universidad. En el ejército yo me encontraba con que mi brigada era alcohólico y cuando bebía un poco más de la cuenta nos machacaba a la compañía que tenía a su cargo, pero luego iba a la universidad y resulta que había un catedrático que era el que mandaba en el área de conocimiento en la que yo estaba y que también era muy aficionado al alcohol, entonces cuando bebía no iba a clase o decía burradas, o se enfadaba o montaba un escándalo… Y a ninguno de los dos ni al brigada ni al catedrático les pasó nunca nada. O sea que la universidad tiene un ámbito de tolerancia que es inusitado y que da para mucha literatura.

 Publicado en Uemcom News http://www.uemcom.es/?p=22490

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